miércoles, 27 de julio de 2011

PERESTROIKA (4º)

7 (E)



En la fría celda –por la noche- se sentía la presencia de las demás presas. Como en una selva, al llamamiento de una voz desgarrada llegaba la respuesta de otra voz en forma de quejidos, alaridos, blasfemias, carcajadas. Natalia, en posición fetal, pasaba horas de insomnio hasta que el escándalo en el pabellón carcelario cesaba cuando arreciaba el frío de la mañana y apuntaba la luz del alba. Entonces podía dormir bien un par de horas.

Su compañera de celda era una timadora muy divertida pero Natalia la ignoraba y se encerraba en su mundo obsesivo y traumático. Cinco años atrás, cuando comenzaba a tener contratos como modelo de pasarela y soñaba con tocar el mundo irreal de las celebrities y el lujo, sufrió un accidente de tráfico que le dejó una terrible cicatriz. El salpicadero del Trabant contra el que su cabeza chocó abriéndose como un melón, le desfiguró el rostro. Nunca recuperaría su antiguo aspecto. Ya nunca sería la portada de una revista. No valía ni para ejercer el oficio más antiguo del mundo. ¿Quién iba a querer acercarse a esa cara deforme? Estaba perdida. Y allí había acabado, encerrada en aquella celda que era la materialización de su estado espiritual.

Sonó el cerrojo. Natalia - ¡Sal! Le entregaron sus pertenencias. Le condujeron en un coche oficial negro hasta un aeropuerto. Allí subió a un avión de carga que, en un viaje mucho más corto, le trasladó al mismo aeropuerto militar con inscripciones en caracteres cirílicos. Ella sabía algo de ruso a pesar de ser tan diferente de su lengua natal. Lo había estudiado en el instituto como asignatura obligatoria. Así que podía entender lo que decían las palabras que había en la fachada del edificio principal del aeródromo. Base Militar - Centro Aeroespacial. Baikonur - URSS.

(continuará...)





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