viernes, 28 de marzo de 2014

EL ROSAL REAL

  El rey abrió por sí mismo,
sin ayuda,
la ventana de su cuarto
y recibió,
con un gesto de disgusto,
el olor a inmundicia
que llegaba de la ciudad
a pesar del rosal que,
en previsión de ello,
había hecho plantar
en el balcón.

  Intentaba juntar las ramas
para acrecentar la frondosidad del rosal
cuando se pinchó
y una gota de sangre
comenzó a crecer en su dedo.

  Posibles finales del cuento:
  lo pierde todo
  el jardinero le enseña una lección de la vida
  tras una revolución, el rosal empieza un periplo incierto a lo Winchester 73.