miércoles, 29 de julio de 2015

INTENTO DE SECUESTRO SOBRENATURAL

  El niño y yo, que hacía de canguro, habíamos pasado un buen día juntos. El zoo, el parque de atracciones… Un plan más que suficiente. Sin duda.
  Ella, al principio, llegó en plan amable. No parecía la arpía de lo que vino después.
  Con el niño siempre a la vista, yo me puse a volar. Tenía el parque infantil a la vista al tiempo que gozaba de las sensaciones azarosas y lúdicas de un vuelo improvisado. De repente, ella se convirtió en fuego. Desde las alturas, la veía arder. Su fuego (las fuerzas electromagnéticas derivadas del aumento de temperatura) provocaba tales interferencias que yo me veía limitado para consumar mis poderes (me costaba coger altura).
  Un chófer, había llevado al niño a un coche negro y elegante. Lo había hecho con buenas maneras. Pero yo debía custodiar de él y el coche se alejaba y lo estaba perdiendo (¿hasta cuándo?). La mujer-fuego me impedía ir a buscarlo con sus maniobras de distracción.

  Fue en ese momento, lo recordará toda la ciudad, cuando emití el grito (en falsete, aunque lo hacía con todas mis fuerzas, incluso con rabia). De esa manera conseguí romper el encantamiento de la bruja, no otra cosa que la materia de la que se compone la barrera que hay entre el sueño y la vigilia: FUEEE-GOOOO, FUEEE-GOOOO.

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